Una demoledora crítica al hipertrofiado mundo de las redes sociales bajo el platinado manto del pop y una técnica exquisita: eso es El evangelio según Prometeo de Toto Fernández Ampuero. Se expone en La Galería de San Isidro.
Escribe: Czar Gutiérrez
Instrumentalizando el mito griego como metáfora de la persistencia humana por la creación y el desafío constante ante lo imposible, Toto Fernández Ampuero (Lima, 1971) inaugura El evangelio según Prometeo, su décima muestra individual compuesta por once óleos de mediano y gran formato y seis acuarelas. Haciendo uso de una técnica depurada y de trazo limpio, la profundidad sensorial de cada cuadro es una cordial invitación para reflexionar sobre la belleza, la complejidad de la vida y ese fuego fatuo que provendría no del mito griego sino del resplandor de la fibra óptica.
Así, los Prometeos de Fernández, sus protagonistas, son sujetos que parecen subsumidos por la estética superficial de las redes sociales navegando en atmósferas equívocas: tan primorosas como carentes de sentido. El evangelio según Prometeo equilibra, pues, sobre esa figura mítica que simboliza la lucha por el conocimiento y la libertad y una población digital que navega entre globos happy smile y emoticones. Hasta perfilar el fenómeno de la ilusión delirante, “delulu”, término que describe a quienes se muestran en redes con sobreexitada felicidad.
Mascarada que esconde una mezcla de positivismo tóxico, represión emocional y distorsión de la realidad. Compuesto imaginario que las transporta hasta el mismo lugar que las celebridades. Así, la búsqueda de la felicidad a través de la belleza deviene en un microcosmos donde amor, desamor, sexo e impulso vital se deslizan hacia un dulce naufragio donde el artista —egresado de la Pontificia Universidad Católica dueño de una respetable foja de servicios— termina por consolidar su pincel entre los más importantes del arte contemporáneo peruano.
¿Cuál es la génesis de El evangelio según Prometeo?
El evangelio según Prometeo es una muestra que surge de la búsqueda de reinterpretar el mito clásico y explorar su relevancia en el contexto contemporáneo. En ella, se plantea una visión crítica de la figura de Prometeo, quien crea al hombre del barro y roba el fuego a los dioses para dárselo a la humanidad, simbolizando la lucha por el conocimiento y la libertad. Después de una pandemia, muchos problemas político sociales tanto nacionales como internacionales, guerras, cambio climático entre muchos otros tópicos me invita a cuestionarme si aún se puede creer en nosotros como especie? ¿en qué o quién podemos depositar nuestra fe y esperanza? ¿vale la pena seguir haciendo arte en este contexto? ¿pintar es necesario? Estas y otras preguntas estuvieron en mí todo este tiempo y la respuesta es este grupo de obras que nos cuestionan y reflejan al mismo tiempo. A la vez que rescata la figura de Prometeo para nosotros como símbolo de resistencia, amor y sacrificio. La génesis de esta obra puede estar relacionada con una reflexión sobre el papel del artista en la sociedad actual, donde se enfrentan a cuestiones de creación, responsabilidad y la búsqueda de un sentido en un mundo que a menudo parece caótico. Al utilizar elementos de la cultura pop y el simbolismo, la obra invita al espectador a cuestionar su propia relación con el poder, la creatividad y la libertad.
¿Ves a tus personajes como una suerte de "¿Prometeos modernos”, inmersos en la estética superficial de las redes sociales, pero desafiando algo más profundo en su búsqueda de sentido?
Siento que los personajes representados y creados para esta muestra están impregnados por esa lucha interior y se confrontan al destino y a ellos mismos.
¿En qué medida es verdad eso de que la cultura digital ha vaciado de significado estos conceptos convirtiéndolos en estéticas efímeras o simulacros?
Vivimos en tiempos inmediatos, donde la respuesta debe ser muy específica y concreta incluso resumida en un emoji, meme, historia o reel de un minuto, las personas son marcas personales con determinadas características para su mejor y mayor consumo. Entonces mi trabajo se alimenta de todo eso y lo expone de distintas formas desde la representación figurativa y el retrato contemporáneo, mi obra busca ser un espejo de nuestras acciones y confrontarnos a ellas.
Utilizas una paleta fría para los fondos y cálida para las figuras humanas. Extremando el paralelo, ¿podría interpretarse como una representación de la frialdad del entorno digital en contraste con la calidez emocional de los cuerpos que luchan por mantener su humanidad?
Sin duda, haces una buena analogía. Mis obras tienen una fuerte dualidad erótica tanática y me gusta presentarlas como una representación del equilibrio en nuestra existencia. Los formatos verticales son las pantallas de nuestros smart pones, por eso la paleta en azules fríos.
Tu uso del óleo contrasta con la inmediatez y fugacidad de las imágenes digitales que parecen dominar la vida de tus personajes. ¿Es el óleo una especie de resistencia simbólica frente a la fugacidad del contenido visual contemporáneo?
Claramente lo es, justamente la pintura es mí Prometeo, en el cual coloco toda mi fe. Si bien las imágenes pueden remitirte a un momento banal, su construcción y elaboración no lo es en lo absoluto, hay mucho amor y tiempo dedicado a ello.
El arte pop ha sido criticado por glorificar la cultura de masas. En El evangelio según Prometeo, ¿tus personajes están atrapados en esa trampa o más bien la trascienden estéticamente?
Son ambas, ya que esa trampa hay que librarla de alguna manera y quiero pensar en que la pintura como tal es la que busca llenarla de contenido y profundidad. Para mí, esta muestra es más acerca de lo que hay después de pop.
La teatralidad, esa "puesta en escena" que parte de fotografías montadas. ¿es una crítica implícita al espectáculo en que se ha convertido la vida contemporánea donde lo real y lo ficcional se confunden?
Totalmente. Estamos inmersos en esa búsqueda de estándares muy elevados y estéticos. Convivimos con esa puesta en escena en la actualidad.
De Warhol a Koons, el pop art ha trabajado con la banalización de la imagen. ¿Tu obra se alinea con ella o la subvierte?
El arte pop se usaba destacar la cultura de masas y los procesos de producción industrial y llevarlos al arte, en mi caso eso es imposible ya que trabajo con medios muy ortodoxos difíciles de reproducir en serie, pero sí tomo elementos cotidianos y les doy otro significado en mis obras. También diría que mi pintura hay más preguntas que respuestas, hay mucha intuición en su elaboración conceptual.
En la presencia de cadáveres de animales junto a figuras femeninas rodeadas de elementos pop, parece establecerse una continuidad entre la tradición del arte de la naturaleza muerta y el pop art. O, tal vez, estás buscando resignificar el concepto de vanitas en el contexto contemporáneo.
En una sociedad donde la juventud está hiper valorada y los procesos anti edad nos invaden a cada minuto, es importante volver a ser conscientes de nuestra mortalidad y el uso del vanitas en este caso se me hacía muy adecuado.
Alguna vez dijiste que tus figuras femeninas buscan empoderarse en medio de objetos perturbadores. ¿Cómo crees que el pop, con su énfasis en la cultura de masas, puede contribuir a redefinir el concepto de empoderamiento en un mundo saturado de imágenes?
Es muy difícil pensar que el arte en general pueda causar un impacto real en la sociedad, pero todos los que estamos involucrados en esto buscamos confortar al mundo con nuestra verdad y esa motivación y búsqueda es la que puede generar y contribuir a encontrar al menos algo de reflexión sobre nuestro paso por esta vida.
En este tipo de arte, la repetición y la iconografía son fundamentales. ¿Tu insistencia en determinados símbolos, como esos globos plateados, son una crítica directa o una celebración de la superficialidad inherente a este estilo?
Puede ser interpretado de muchas maneras. En este caso en específico, los globos plateados son claros símbolos festivos y de alegría. En este caso los he desprovisto de esa función para convertirse en espejos que deforman la luz y las figuras de los individuos representados. Entonces dejo a criterio del espectador lo que pueda significar. Sobre los globos de happy smile en las acuarelas y en algún óleo, diría que aluden a un término conocido en como “delulu”, que describe a las personas que se muestran en redes con exceso de buen ánimo y felicidad o tienen una fascinación por el star-system de las celebridades buscando un lugar en él. No dejo de pensar en la famosa frase de Andy Warhol, “en el futuro todos tendrán al menos quince minutos de fama”. Parece que nos leyó muy bien como especie.
Los cadáveres de animales en tus cuadros evocan una sensación de sacrificio, casi ritual. Tal vez la misma cultura pop también ha sido sacrificada en el altar del consumo masivo...
Sin duda alguna, pero también es un homenaje a dos pintores que admiro como Francis Bacon y Rembrandt.
El erotismo en tu obra es un guiño a la cultura de masas, pero su trasfondo es perturbador. ¿Buscas exprofesamente desestabilizar la mirada del espectador? En todo caso, creo que el lenguaje visual del pop puede ser utilizado no solo para celebrar lo trivial sino también para exponer su inherente vacuidad.
Acercarme al espectador desde zonas aparentemente confortables y reconocidas es justamente desde donde deseo partir para mostrarle otra experiencia visual que, si bien estéticamente puede resultarte agradable, en algunos casos puede tener un trasfondo nostálgico, reflexivo o perturbador.
Además, el pop art siempre equilibró en esa constante dualidad entre lo "alto" y lo "bajo", lo culto y lo popular. Y tú navegas en esa dicotomía, especialmente cuando abordas el empoderamiento y el absurdo.
Me gusta jugar con esos contrastes, utilizando elementos u objetos de la cultura popular que todos reconocemos, especialmente esos productos de consumo masivo, y los llevo a un contexto artístico. Al abordar el empoderamiento, me interesa dar voz a lo que a menudo se considera trivial. La cultura popular tiene una riqueza y una profundidad que a veces se ignoran en el arte más "serio". Al integrar esos elementos, busco reivindicar las experiencias cotidianas, mostrando que tienen tanto valor como cualquier obra clásica.
El absurdo, por otro lado, es una herramienta poderosa para cuestionar las normas establecidas. Al mezclar lo culto con lo popular de forma inesperada, creo una atmósfera que provoca la reflexión y la risa, recordándonos que la vida misma es a menudo absurda. Así, al fusionar estos elementos, puedo desafiar percepciones y abrir un diálogo sobre lo que consideramos arte, poder y cultura. Para mí, es un viaje continuo, donde cada obra es un paso más en la exploración de esas dualidades y la búsqueda de un sentido en lo que a veces parece caótico.
La relación entre el pop y el kitsch siempre ha sido compleja. ¿Dónde ubicas tu obra en esa tensión?
La relación entre el arte pop y el kitsch también refleja una crítica a las jerarquías en el mundo del arte. Al integrar estos elementos, puedo cuestionar lo que consideramos "bueno" o "malo" en el arte. A fin de cuentas, mi intención es que el espectador se detenga y reflexione, ya sea desde la risa, la nostalgia o la incomodidad. Esta complejidad es lo que me motiva y lo que espero que resuene en quienes interactúan con mi obra.
Dices que no ofreces certezas, sino que buscas una experiencia sensorial. ¿Crees que en este momento histórico, donde la imagen ha perdido su profundidad, la única verdad que queda es la experiencia vacía de significado?
Creo que vivimos en un momento en el que la saturación de imágenes puede hacer que perdamos la profundidad y el significado. Sin embargo, no estoy convencido de que la única verdad sea una experiencia vacía. Más bien, considero que en esta era de sobreexposición, la búsqueda de una experiencia sensorial se vuelve más crucial que nunca. Lo que pasa es que partimos de la subjetividad de una imagen, entonces la misma imagen puede tener muchas interpretaciones dependiendo de quien la mire. Y motivar a internarte en una obra y que te haga reaccionar o reflexionar es lo importante, lo enriquecedor. En la experiencia debe ser el lugar emocional donde te transporte, hacerte sentir y conectar con tu humanidad.
El pop surgió en parte como respuesta a la abstracción y el expresionismo abstracto. ¿Tu obra es una respuesta al arte contemporáneo más conceptual o te ves como parte de una tradición pop más amplia que sigue evolucionando?
Creo que más lo segundo. Pero me siento más un pintor figurativo que eventualmente recurre a la cultura pop para contextualizar su obra y, evidentemente, siempre sigo evolucionando. La interacción con el arte conceptual también es relevante; a veces, lo que parece simple puede esconder complejidades significativas. Así que, en última instancia, veo mi obra como un puente entre el pasado y el presente, una conversación continua que desafía y redefine los límites del pop.
Los juguetes inflables y los globos evocan la sensación de lo efímero. Vivimos en el imperio de lo efímero. ¿Hay una conexión entre la transitoriedad de los cuerpos que retratas o es más una reflexión sobre la naturaleza pasajera de la cultura misma?
Es una reflexión sobre lo instantáneo, lo efímero del tiempo que queremos atrapar en la memoria, pero siempre se nos va escapar.
¿Cuál es el estado actual del arte peruano?
Creo que está en un estado muy precario, sostenido de manera independiente y sumido en una grave crisis institucional y siempre me admiro de la cantidad de personas que andan produciendo.
¿Hay pintores sobrevalorados?
Hablar de artistas sobrevalorados puede ser un tema delicado y subjetivo, ya que las opiniones sobre el arte son profundamente personales. En el caso peruano, considero que ciertos artistas reciben más atención de la que su obra puede justificar, a menudo debido a factores como el marketing, las relaciones sociales o la exposición mediática.
Lugar: La Galería
Dirección: Conde de la Monclova 255 - San Isidro.
Hasta: 2 de noviembre 2024.
Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m., sábados de 3 a 7 p.m.
Entrada: Libre.
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